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Thursday, July 29, 2010

Diarios...


Entre los nueve y los 23 años tuve el habito de escribir diarios intimos. Mi papá solía decir que era una pérdida de tiempo y mi mamá decía que no hay que escribir diarios porque pueden ser leídos por otros y traer muchos problemas.
A mi nunca me importo ni lo uno, ni lo otro, y escribi y escribi casi como una obsesion.
Ahora, a los 34 años y despues de una iluminadora experiencia, estoy considerando empezar de nuevo. Por que?
En un ataque de nostalgia, y en un intento de recordar a mi mamá lo mejor posible, me puse a leer mis diarios de la adolescencia. Me reencontre conmigo misma, con la yo que fui a los 17, 18, 19... Lei qué sentí con cada nueva experiencia, qué cosas eran importantes o significativas para mí, qué pensaba, qué secretos guardaba, como veía la vida en ese momento...
Me di cuenta de que el recuerdo que, hasta ayer, tenía de mí misma y de mi adolescencia estaba grandemente influenciado por experiencias posteriores y por los años vividos.
Me habia olvidado de tantas cosas, muchas de ellas fueron realmente importantes en ese momento, muchas consideré "inolvidables" y aun asi, no las recordaba en lo más mínimo.
Llevar diaros no es una perdida de tiempo, y no considero que sea peligroso porque no me interesa ocultar quién soy ni qué siento. Llevar diarios intimos no solo es crear un legado para las generaciones futuras, porque seamos sinceros, a quien le importa mantener a salvo sus secretos despues de muerto? a mi me da igual... Si hay un juicio final, sere juzgada por mis echos con o sin diarios, y si no lo hay, que se haga justicia a mi memoria, y que se recuerde a quien realmente fui y no a quien quisieran que hubiera sido.
Mas alla de eso, los diarios son utiles mientras vivimos, me reencontraron con mi mamá, con conversaciones que habia olvidado, consejos, palabras de aliento, bromas, salidas... Me reencontraron con amigos perdidos en las telarañas del tiempo, con fiestas, con errores, con asiertos, con amores, con sueños, con metas olvidadas, con planes alterados, con desilusiones y desengaños.
El leer mis diarios le dio una identidad (la verdadera identidad) a la imagen que reflejan las fotos de mi juventud; en las cuales no tengo arrugas, ni kilos de más, ni años de alegrías, dolores, exitos y fracasos sobre mis hombros.
Ahora, cuando trato de recordar mirando fotos viejas, se con exactitud qué habia detras de mis ojos y el conocimiento de mí misma me hace más fuerte.

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