Pages

Tuesday, July 23, 2013

El mundo del trabajo

El 7 de junio me recibí de enfermera universitaria. Fue dificil caer en la cuenta de que los días de estudiante habían terminado y que me esperaba una vida nueva, desafíos nuevos, aprendizajes distintos y una carga de responsabilidad completamente desconocida hasta entonces.
En la ceremonia estuvieron mis hijas y mi sobrina Marina, y tenerlas a las tres en ese momento tan especial fue un regalo maravilloso.
Y asi fue, entre cambios radicales, lios, papeles y vacaciones con mis hijas y Marina pasó el tiempo y llegó el día en el que me presenté como enfermera ante los pacientes por primera vez.
Es dificil sintetizar el trabajo, es dificil explicar las responsabilidades y las tareas que uno hace día a día, pero lo que es aún más difícil es plasmar los sentimientos que me invaden cuando me saco el ambo blanco y me pongo mi ropa otra vez, para volver a casa. 
Hoy, despues de un mes de haber empezado, crucé las puertas del hospital sintiendo que había dejado todo en orden y que podía tener un día libre. Un día sin pensar en mis pacientes, un día sin preocuparme por si la llamada se hizo, o la herida se curó, o los globulos blancos del paciente en la habitacíón X estan normales otra vez. Hoy dejé el hospital sin sentir que no hice suficiente, que algún familiar quedó sin una respuesta, con una incertidumbre. Hoy dejé el hospital con la documentacion terminada, el transporte para el paciente reservado, las reuniones con el grupo de atención domiciliaria arregladas, el carrito de los medicamentos lleno y un paciente que de un día para el otro pareció revivir.
En el trabajo se van las horas entre corridas y llamadas por teléfono, en almuerzos interrumpidos y descansos de 45 minutos que se achican a 20, con suerte media hora. Se van las horas con la vejiga llena y siempre algo que arreglar antes de ir al baño, se van las horas con la angustia de una recaida, el llanto de un familiar, la falta de lugar para un paciente que espera en emergencias, remedios que no hay, resultados de análisis que no llegan antes de la ronda con los médicos... Se van las horas con la calidez inexplicable del abrazo sincero de un paciente que recibe las respuestas que anhelaba, con la dulzura de una sonrisa a medias cuando las palabras faltan y la parálisis domina medio rostro, con la fortaleza contagiosa de quienes logran ponerse la camiseta solos, con la mano izquierda, con el brazo derecho inherte, frío, dolorido, casi muerto... y se van las horas con risas que a veces sólo se articulan para abrir el pecho y no estallar de impotencia.
Mi primer mes como enfermera me enseño de medicina, me enseño de rutinas y documentacion, me enseño de desengaños, de fortalezas, de esperanza, de desesperanza y más que nada me enseño que los errores son inevitables, que los fracasos son parte de la vida, que no siempre se puede curar pero que siempre, siempre, se puede consolar. 

No comments:

Post a Comment